Datos personales

Historias de sexoficción y otros tantos avatares de la vida psicótica y moderna. Empezá por las instrucciones si querés entender de que se trata ¡Sean todos bienvenidos!

Sexo con desconicidos

Estamos las más y las menos aventureras. Las que nunca se olvidaron un nombre después de cogerselo, o la que se olvida de un pibe que saca una amiga de añares en esas charlas de: uhhhh naaaaa me había re olvidado de eseeeee, risas complices y cambio de tema, tal vez su marido anda rondando por la casa y la única fácil de adolescente era yo!
El sexo con desconocidos no es algo solamente de la era internet. Quien no se ha tirado a alguien que vagamente recuerda, una cañita al aire en unas vacaciones, una relación efímera que nunca tuvo segunda cita. Quien no haya pasado por algo así no tendría derecho a usar la palabra garchar.
La que más disfruta de nosotras de estas situaciones es Simona, mi alterego, sin lugar a dudas. Ella se ha llevado tipos a casa con este escueto diálogo:

01.- int-noche-boliche
Simona
(mientras le pasa los brazos arriba de los hombros apoyando las manos en la pared, dejandolo encerrado entre sus brazos)
Hola extraño!
Que vas a hacer la próxima hora y media?
Pibe
(algo incómodo)
No se por?
Alterego
Porque es justo el tiempo necesario para ir a un hotel, garchar volver y hacer de cuenta que no pasó nada...
Pibe
(un poco más incómodo todavía, entre risas nerviosas)
Enserio? Te parece?
Mi Superyó
(al oido de mi alterego)
Por que llevartelo así... 
Miralo de reojo, sonreile...
Esperá que te busque...
Mi ello
(llevándose a mi superyó del bazo)
Dejános en paz!
Coger no es amor, es mucho mejor cantaba la Bersuit
 Vamos por otro trago!

Se fueron juntos y volvieron veinte minutos más tarde, él conocía un hotel a la vuelta y el trámite fue rápido. El pibe en bolas no valía ni dos mangos, estaba nervioso y casi casi se fue en seco. Tardaron más en desvestirse que en coger en si. Volvieron y se perdieron entre la gente. 
Mis amigas me andaban buscando, ya querían irse y las convencí de quedarnos un rato más. El tipete desapareció, creo que nunca más me lo crucé y si así fuera no se si lo reconocería y creo que hasta no siquiera nos dijimos los nombres.