Datos personales

Historias de sexoficción y otros tantos avatares de la vida psicótica y moderna. Empezá por las instrucciones si querés entender de que se trata ¡Sean todos bienvenidos!

Estoy jodida y radiante!

Mi ello mantiene una fuerte discusión con mi alter ego, se disputan tu presencia, desnudándote imaginariamente apenas cruzás la puerta de mi casa con desmedida pasión porno.
Mi yo quiere creerte, y el superyó pide actuar con cautela. Mi basta imaginación me juega una mala pasada. Estás demasiado lejos y no estamos seguros que eso vaya a suceder, pero si queremos, se que queremos. Y "tengo miedo de verte, necesidad de verte, esperanza de verte" decía Benedetti para cerrar con su: "O sea, resumiendo. Estoy jodido y radiante, quizás más lo primero que lo segundo y también, viceversa.
Estoy jodida por que extraño lo que nunca tuve, porque quiero llegar a casa y verte, por que te extraño si no te veo conectado, porque creo que todo esta fantasía puede ser verdad y estoy radiante.
Estoy jodida, porque cuando me escribís se me ilumina el día y un suspiro inoportuno asoma junto con una extraña pero radiante sonrisa.
Necesito ya mismo, una de estas noches encontrarnos entre sueños, mezclando fantasías y realidades, recorrernos íntegros. Que la distancia solo sea tiempo que nos separa.
Pertenecernos.

Sin Consecuencias?

A veces  mi yo se agota de transcurrir por la vida sin consecuencias, pero cuando mi alter ego o mi superyó lo provocan es cuando hay problemas. No habrá final feliz, pero esperemos que sea indoloro. No se como pasó, pero cuando me quise acordar, ya estaba todo demasiado complicado. Nada puede permanecer inmóvil sin llenarse de polvo. La inercia de las cosas hace que esta inmovilidad reste, que moleste y se vuelva un lastre difícil de cargar.
Lo peor es cuando mi superyó se relame con un: te lo dije, reclamándole a mi ello mayor atención por no haber actuado por instinto una vez más. Él no podía ser quien me lastime y sin embargo acá estamos, sin pagar las cuentas de un final de contrato inminente, rescindido solo por la necesidad de cambio.
Mi vulnerabilidad lo lamenta más que mi yo.
Estirando el final creyendo que podremos tener, tal vez, algo de lo que tuvimos alguna vez; salvar una amistad que por definición dejó de existir hace rato, evitando que me duela o que me deje convencer una vez más y terminemos desnudos en la inercia de nuestra quietud.