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Historias de sexoficción y otros tantos avatares de la vida psicótica y moderna. Empezá por las instrucciones si querés entender de que se trata ¡Sean todos bienvenidos!

Mendigo o méndigo amor.



Somo seres horribles cuando lloramos. La cara se transforma y se arruga como una fruta deshidratada
Lloro y mi cara se altera. La nariz se pone colorada y como lloro de un solo ojo, la asimetría se profundiza mucho más.
Llegar a casa y apurada, sacarse la ropa de la noche anterior, ponerme el pijamas y quedar en el sillón en posición fetal; llorar como nena chiquita.
Merecíamos mucho más.
Mi ello le gritó que debería pensar más con la pija, mientras mi super yo se avergonzaba un poco. También se encargó de remarcarle que no quiere ser su amiga, que amigos ya tiene muchos...
Mi yo solo podía resignarse con una pena infinita y angustia que solo podía solaparse con alguna broma al pasar.
Me fui taconeando, con la cabeza en alto aunque contrariada.
Disfruté mucho su compañía, creía que yo también podía gustarle. Pero él no estaba para mí.
Llorar de un solo lado, es una anomalía que arrastro desde que tengo uso de razón, algo particular, que me hace que solo pueda estar triste a medias.
Me saqué la foto, me reí de lo fea que me veo triste, respiré profundo y fui a abrir ese vino que había comprado con la intención de compartirlo con él.
La tristeza duró lo que una copa de vino, me dormí convencida de en algún lugar está quien quiera limpiarme las lágrimas que en mi son inevitables y que definitivamente no me sienta llorar, por lo que mejor elijo la sonrisa. Siempre.
Te ando buscando, decía Alfonsina Storni, amor que nunca llegas, amor que te mezquinas.